viernes, 2 de diciembre de 2011

La cárcel de la mente


La cárcel de la mente
 
Muros de piedra, férreos barrotes
decidme el por qué de este absurdo encierro.

Si libre nací a este mundo,
si tuve alas de bendita libertad,
si vestí el más ligero de los trajes
¿por qué estoy prisionera de mi mente?
¿por qué esta esclavitud que me atenaza?
¿por qué me resisto a levantar el vuelo?
¿por qué limito y acorto mi horizonte?

Decidme quién osó construir esta prisión,
qué impide la expansión de mi consciencia,
quién cortó mis alas y mi aliento,
quién apagó la luz del corazón.

Dadme el nombre del guardián,
buscad las llaves,
decidme dónde habita el carcelero,
dónde está el resorte que libera,
dónde la luz de la esperanza eterna.

Quiero escapar de esta oscuridad que me he creado
al sentirme una víctima inocente.
Quiero encender la luz que me libere
de tanto pesar y sufrimiento.

Un eco lejano reverbera en mis oídos
hiriendo al alma en la evidencia.
“Tú misma te dejaste engañar por la ilusión.
La mente usurpó tu identidad”.

Mírala de frente, encárala.
Desármala con el poder del entendimiento.
Eres el pensador, no el pensamiento.
Eres ser superior completo y pleno.

Recupera tu poder, abre la puerta,
deja que entre el resplandor de la mañana,
reclámale la llave al carcelero
e inicia el vuelo firme hacia otro cielo.
                                                                                        
                                                                                        Mª. Antonia Fernandez

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