Visto desde, arriba, el cerebro humano recuerda el aspecto de una
nuez: como ella, presenta dos mitades redondeadas, de superficie
convoluta y conectadas por el centro (Figura 3-1). Estas dos mitades se
llaman «hemisferio izquierdo» y «hemisferio derecho».
«Todo acto creativo implica... una nueva inocencia de percepción, liberada de la catarata de creencias aceptadas.»
Arthur Koestier The Sieepwaikers
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Fig. 3-1.
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El sistema nervioso humano está conectado al cerebro mediante una
conexión cruzada, de manera que el hemisferio derecho controla el lado
izquierdo del cuerpo, y el hemisferio izquierdo controla el lado
derecho. Si se sufre una lesión en el lado izquierdo del cerebro, la
parte más afectada del cuerpo será la derecha, y viceversa. A causa de
este cruzamiento de las vías nerviosas, la mano izquierda está regulada
por el hemisferio derecho, y la mano derecha por el hemisferio
izquierdo, como se indica en la Figura 3-2.
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Fig. 3-2. El cruce de conexiones entre la mano derecha y el hemisferio izquierdo, y la mano izquierda y el hemisferio derecho.
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EL CEREBRO DOBLE
En los cerebros de animales, los dos hemisferios son esencialmente
iguales o simétricos en sus funciones. Sin embargo, los hemisferios
cerebrales humanos presentan una asimetría funcional. El efecto externo
más aparente de esta asimetría es el predominio del uso de una mano
sobre el de la otra.
Durante el último siglo y medio, los científicos han sabido que la
función del lenguaje y las capacidades relacionadas con el lenguaje
están localizadas -en la mayoría de las personas- en el hemisferio
izquierdo. Esto podía comprobarse estudiando los efectos de lesiones
cerebrales. Una lesión en el lado izquierdo del cerebro podía provocar
una pérdida del uso del lenguaje, con más probabilidad que una lesión en
el lado derecho.
El lenguaje y la palabra están estrechamente ligados con el
pensamiento razonado y con las otras funciones mentales elevadas que
distinguen al hombre de las demás criaturas, y por ello los científicos
del siglo XIX consideraron que el hemisferio izquierdo era el dominante, y el derecho el subordinado.
La opinión general, que prevaleció hasta hace muy poco, era que la
mitad derecha del cerebro estaba menos avanzada, menos evoluciona-da que
la mitad izquierda; una especie de gemelo de inferior capacidad,
dirigido y mantenido por el hemisferio izquierdo, el verbal.
Uno de los temas que más intrigaban a los neurólogos eran las
funciones -desconocidas hasta hace muy poco- de un grueso cable
nervioso, compuesto por millones de fibras, que conecta los dos
hemisferios cerebrales. Este cable de conexión, el corpus callosum
(ver Figura 3-3) tenía toda la apariencia de ser una estructura
importante, dado su gran tamaño, el enorme número de fibras nerviosas
que lo componen, y su situación estratégica como conector entre los dos
hemisferios. Y, sin embargo, la evidencia indicaba que se podía cortar
por completo el corpus callosum sin que se observara un efecto
significativo. A lo largo de una serie de estudios sobre animales,
realizado durante los años cincuenta en el Instituto Tecnológico de
California por Roger W. Sperry, Ronaid Myers, Colwyn Trevarthen y otros,
se llegó a establecer que una función importante del corpus callosum
consistía en comunicar los dos hemisferios, permitiendo la transmisión
de la memoria y el aprendizaje. Además, se comprobó que si se cortaba
quirúrgicamente la conexión, las dos mitades continuaban funcionando
independientemente, lo cual explicaba en parte la aparente falta de
efecto en la conducta y el funcionamiento.
Durante los años 60, se realizaron estudios similares con pacientes
humanos, que proporcionaron nueva información sobre las funciones del
corpus callosum y obligaron a los científicos a replantearse su opinión
sobre las capacidades relativas de las dos mitades del cerebro humano.
Era indudable que ambos hemisferios intervienen en funciones
cognoscitivas elevadas, aunque cada mitad del cerebro está
especializada, de un modo complementario, en diferentes formas de
pensamiento, ambas muy complejas.
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Fig. 3-3. Esquema de una de las mitades del cerebro humano, mostrando el corpus callosum y las comisuras asociadas.
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Dado que este nuevo concepto del cerebro tiene importantes
implicaciones para la educación en general, y para aprender a dibujar en
particular, voy a describir brevemente algunas de las investigaciones,
mencionadas a veces como «estudios del cerebro dividido», que se
llevaron a cabo principalmente en California. En ellas participaron
Sperry y sus colaboradores, Michael Gazzaniga, Jerre Levy, Colywn
Trevarthen, Robert Nebes y otros.
La investigación se centró en un pequeño grupo de individuos, pacientes de comisurotomía
o «cerebro dividido». Eran personas gravemente incapacitadas por
trastornos epilépticos que afectaban a ambos hemisferios. Como último
recurso, después de que fracasaran todas las demás medidas, se cortó la
transmisión de ataques entre los dos hemisferios mediante una
operación,
practicada por Phillip Vogel y Joseph Bogen, consistente en cortar el
corpus callosum y las comisuras anexas, aislando así un hemisferio del
otro. La operación tuvo el resultado esperado: los ataques quedaron
controlados y los pacientes recuperaron la salud. A pesar del carácter
radical de la operación parece que los pacientes no vieron alterado su
aspecto externo, movimientos y coordinación. Y para un observador
casual, su comportamiento cotidiano tampoco cambió mucho.
A partir de entonces, el equipo del Instituto Tecnológico de
California trabajó con estos pacientes en una serie de pruebas que
revelaran las funciones separadas de los dos hemisferios. Estos
experimentos proporcionaron sorprendentes evidencias de que cada
hemisferio, en cierto sentido, percibe su propia realidad; o quizás
deberíamos decir que percibe la realidad a su manera. La mitad verbal
del cerebro -el hemisferio izquierdo- domina durante la mayor parte del
tiempo en los individuos con cerebros intactos. También sucedía así en
los pacientes con cerebro dividido; sin embargo, mediante ingeniosos
procedimientos, los científicos estudiaron el funcionamiento de la mitad
derecha del cerebro de los pacientes, descubriendo que esta mitad no
verbal también recibe sensaciones, responde con sentimientos y procesa
información por su cuenta. En un cerebro con el Corpus callosum intacto
la comunicación entre hemisferios funde o reconcilia los dos tipos de
percepción, manteniendo así nuestra sensación de ser «una persona», un
ser unitario.
La periodista Maya Fines informa que algunos teólogos y
personas interesadas en el problema de la identidad humana han seguido
con gran interés las investigaciones científicas sobre los hemisferios
cerebrales. Al parecer, pronto descubren que «todos los caminos llevan
al Dr. Roger Sperry, profesor de psicobiología en el Instituto
Tecnológico de California, que tiene el don de hacer -o provocar-
importantes descubrimientos.»
Maya Fines
The Brain Changers
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«La cuestión principal es que parecen existir dos modos
de pensar, el verbal y el no verbal, representados respectivamente por
el hemisferio izquierdo y el derecho, y que nuestro sistema educativo,
así como la ciencia en general, tiende a despreciar la forma no verbal
del intelecto. El resultado es que la sociedad moderna manifiesta una
discriminación en contra del hemisferio derecho.»
Roger W. Sperry
«Lateral Specialization of Cerebral Function in the Surgically Separated Hemispheres», 1973
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«Los datos indican que el hemisferio no verbal está
especializado en la percepción global, sintetizando la información que
le llega. El hemisferio verbal y dominante, por su parte, parece
funcionar de un modo más lógico y analítico. Su lenguaje es inadecuado
para las rápidas y complicadas síntesis que realiza el hemisferio
subordinado.»
Jerre Levy
R. W. Sperry
1968
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Además de estudiar la separación de experiencias mentales internas,
provocada por la operación quirúrgica, los científicos examinaron los
diferentes modos en que cada hemisferio procesa la información. La
evidencia demostró que el modo del hemisferio izquierdo es verbal y
analítico, mientras que el del derecho es no verbal y global.
Posteriormente, Jerre Levy descubrió que el procesamiento en el
hemisferio derecho es rápido, complejo, totalizador, espacial y
perceptivo, y que este procesamiento no sólo es diferente, sino de
complejidad comparable a la del modo verbal y analítico del hemisferio
izquierdo. Además de esto, Levy descubrió indicios de que los dos tipos
de procesamiento tendían a interferir uno con otro, impidiendo una
actuación máxima; en su opinión, esto podría explicar en parte el
desarrollo evolutivo de la asimetría en el cerebro humano: sería un modo
de mantener los dos tipos diferentes de procesamiento en dos
hemisferios diferentes.
Ante la evidencia de los estudios del cerebro dividido, pronto se
extendió gradualmente la opinión de que ambos hemisferios utilizan modos
de cognición de alto nivel, que, aunque son diferentes, implican
pensar, razonar y un complicado funcionamiento mental. En la última
década (los primeros informes de Levy y Sperry datan de 1968), se han
encontrado nuevas y abundantes evidencias que apoyan este punto de
vista, no sólo en pacientes con lesiones cerebrales, sino también en
individuos con cerebros normales, es decir, intactos.
Algunos ejemplos de las pruebas ideadas para los pacientes con
cerebro dividido permitirán ilustrar la realidad separada que percibe
cada hemisferio, y el modo especial de procesamiento empleado. Uno de
los experimentos consistía en hacer aparecer, por un instante, dos
imágenes diferentes en una pantalla, estando el paciente con los ojos
fijos en un punto medio, de manera que no pudiera examinar ambas
imágenes. De este modo, cada hemisferio recibía una imagen diferente; el
hemisferio derecho captaba la imagen de una cuchara, situada al lado
izquierdo de la pantalla, mientras que el izquierdo recibía la imagen de
un cuchillo, situado a la derecha de la pantalla (ver Figura 3-4). Al
preguntársele, el sujeto daba diferentes respuestas. Si se le pedía que nombrara
lo que había visto en la pantalla, el hemisferio izquierdo, verbal y
articulado, hacía que el paciente respondiera «cuchillo». A
continuación, se le pedía que metiera la mano tras una cortina (la mano
izquierda, controlada por el hemisferio derecho) para coger el objeto
que había visto en la pantalla, identificándolo al tacto entre un grupo
de objetos que incluía una cuchara y un cuchillo. El paciente escogía la
cuchara. Si el experimentador le pedía al sujeto que dijera lo que
tenía en la mano, detrás de la cortina, el paciente podía mostrarse
confuso por un momento y responder «un cuchillo». El hemisferio derecho,
sabiendo que la respuesta era errónea, pero careciendo de suficientes
palabras para corregir al articulado hemisferio izquierdo, continuaba el
diálogo haciendo que el paciente sacudiera la cabeza. Como respuesta,
el hemisferio izquierdo (verbal) se preguntaba en voz alta: «¿Por qué
estoy sacudiendo la cabeza?»
En otro experimento, que demostró que el hemisferio derecho es
superior en los problemas espaciales, se le dieron al sujeto varias
piezas de madera, que tenía que disponer según un cierto diseño. Los
intentos realizados con la mano derecha (hemisferio izquierdo) fallaron
una y otra vez. El hemisferio derecho, mientras tanto, trataba de
ayudar. La mano derecha apartaba a la mano izquierda, y finalmente, el
sujeto tuvo que sentarse sobre la mano izquierda para impedir que
siguiera tratando de intervenir. Cuando por fin se le permitió usar las
dos manos fue la izquierda la que tuvo que apartar a la «torpe» mano
derecha para evitar sus interferencias.
Como resultado de estos asombrosos descubrimientos, sabemos ahora que
a pesar de que sigamos sintiéndonos un solo ser, nuestros cerebros son
dobles, y cada mitad tiene su propia forma de conocimiento, su propia
manera de percibir la realidad externa. Podríamos decir, en cierto modo,
que cada uno de nosotros tiene dos mentes, dos conciencias, conectadas e
integradas por el cable de fibras nerviosas que une ambos hemisferios.
Sabemos que los dos hemisferios pueden colaborar de diversas maneras.
A veces cada mitad coopera con la otra aportando sus habilidades
especiales y haciéndose cargo de la parte de la tarea más adecuada a su
modo de procesar la información. En otras ocasiones, los hemisferios
trabajan por separado; cuando una mitad entra en acción, la otra mitad
queda más o menos desactivada. Y parece que también puede haber
conflicto entre los hemisferios, cuando uno de ellos intenta hacer lo
que el otro «sabe» que puede hacer mejor. Además, parece que cada
hemisferio tiene una manera de «ocultar» conocimientos al otro. Puede
que sea verdad el viejo dicho, y que la mano derecha no sepa realmente
lo que está haciendo la izquierda.
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Fig. 3-4. Esquema del método empleado para estudiar las
asociaciones visual-táctiles en los pacientes con cerebro dividido.
Adaptado de Michael S. Gazzaniga, «The Spiit Brain in Man».
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La doble realidad de los pacientes con cerebro dividido
El lector quizás se está preguntando «¿Pero qué tiene todo esto que
ver con aprender a dibujar?» Las recientes investigaciones sobre las
funciones de los hemisferios cerebrales humanos y sobre el procesamiento
de la información visual, indican que la habilidad para el dibujo puede
depender del acceso a las facultades del hemisferio «secundario», el
derecho; de si se es capaz de «desconectar» el hemisferio izquierdo para
activar el derecho. ¿Cómo puede esto ayudar a dibujar? Parece que el
hemisferio derecho procesa la información visual del modo necesario para
dibujar, mientras que el hemisferio izquierdo la percibe de maneras que
parecen interferir con el dibujo.
PISTAS DEL LENGUAJE
Haciendo un poco de retrospección, nos damos cuenta de que los seres
humanos siempre han debido tener una cierta noción de las diferencias
entre las mitades del cerebro, ya que nuestro lenguaje contiene
numerosas palabras y expresiones que sugieren, por ejemplo, que el lado
izquierdo de una persona tiene características diferentes. «Tener mucha
mano izquierda», «no hacer nada a derechas», y otras expresiones por el
estilo, indican parte de las diferencias de carácter que atribuimos a la
derecha y la izquierda.
Hay que tener presente que estas expresiones se refieren generalmente
a las manos, pero a causa del cruzamiento de las vías nerviosas puede
inferirse que también aluden al hemisferio cerebral que controla la
mano. Así pues, los ejemplos citados en el párrafo siguiente se refieren
específicamente a las manos derecha e izquierda, pero también,
indirectamente, a los hemisferios cerebrales opuestos: el derecho,
conectado con la mano izquierda, y el izquierdo conectado con la mano
derecha.
Tendenciosidad en el lenguaje y las costumbres
La palabras y expresiones que implican conceptos de derecha e
izquierda abundan en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. La mano
derecha (y por lo tanto también el hemisferio izquierdo) está
fuertemente asociada con lo que es bueno, justo, moral, adecuado. La
mano izquierda (y por lo tanto, el hemisferio derecho) se relaciona con
conceptos anárquicos y sentimientos que están fuera del control
consciente, a veces malos, inmorales o peligrosos.
Hasta hace muy poco, la antigua predisposición en contra de la mano
izquierda/hemisferio derecho hacía que los padres y maestros de niños
zurdos trataran de forzar a éstos a usar la mano derecha para escribir,
comer, etc., lo cual ocasionaba con frecuencia problemas que se
prolongaban hasta la edad adulta.
A lo largo de la historia humana han aparecido en casi todos los idiomas términos con connotaciones de bondad para la mano derecha/hemisferio izquierdo, y con connotaciones de maldad para la mano izquierda/hemisferio derecho. La palabra izquierdo en latín es sinister, de donde se deriva «siniestro», con todas sus implicaciones. En cambio, la palabra derecho en latín es dexter, de donde se deriva «destreza», como sinónimo de habilidad.
En francés, la palabra «izquierdo» es gauche, que también significa «torpe», y de donde se deriva la palabra inglesa «gawky» (torpe, palurdo). Sin embargo, derecho es droit, que significa también «bueno», «justo».
En inglés, la palabra left (izquierdo) viene del anglosajón lyft,
que significa «débil» o «inútil». De hecho, en la mayoría de las
personas diestras, la mano izquierda es más débil que la derecha, pero
el término original implicaba también la falta de fuerza moral. El
significado despectivo de la palabra puede reflejar un prejuicio de la
mayoría de la población contra la minoría de zurdos, que eran
«diferentes». Reforzando esta tendencia, la palabra ríght (derecho) significa también «justo» o «correcto», lo mismo que el término anglosajón originario, reht, que significa «derecho», «recto» y «justo». De reht y del latín rectus derivan las palabras «correcto» y «rectitud».
Estas ideas afectan también a nuestro pensamiento político. En
política, la derecha admira el poder nacional, es conservadora y se
resiste al cambio. La izquierda, por el contrario, admira la autonomía
individual y estimula el cambio, a veces incluso radical. En sus
extremos, la derecha es fascista y la izquierda anarquista.
En el contexto de las costumbres culturales, el lugar de honor en una
comida formal es a la derecha del anfitrión. En las bodas, el novio se
sitúa a la derecha y la novia a la izquierda, como mensaje no verbal del
estatus relativo de los dos participantes. Al saludar, damos la mano
derecha, y parece incorrecto ofrecer la izquierda.
Nasrudin estaba sentado con un amigo cuando empezó a
anochecer. «Enciende una vela», dijo el amigo, «porque está
oscureciendo. Hay una justo a tu izquierda». «¿Y cómo voy a distinguir
la derecha de la izquierda en la oscuridad, so tonto?», preguntó el
Mulla.
Indries Shah The Exploits of the Incomparable Mulla Nasrudin
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Lo «izquierdo» es sinónimo de torpeza, malicia, insinceridad,
mientras que lo «derecho» se asocia con lo justo, necesario, digno de
confianza. Pero lo importante es darse cuenta de que todos estos
términos fueron creados, en el origen de las lenguas, por los
hemisferios izquierdos de algunas personas. ¡El hemisferio izquierdo
estaba insultando al derecho! Y el derecho, marcado, señalado y obligado
a callar, carecía de un lenguaje propio para defenderse.
Formas paralelas de conocimiento |
intelecto | intuición |
convergente | divergente |
digital | analógico |
secundario | primario |
abstracto | concreto |
dirigido | libre |
orientado | imaginativo |
analítico | relacionador |
lineal | no lineal |
racional | intuitivo |
secuencial | múltiple |
analítico | holístico |
objetivo | subjetivo |
sucesivo | simultáneo |
J. E. Bogen «Some educational aspects of Hemisphere Specialization»
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La dualidad del Yin y el Yang |
Yin |
Yang |
femenino |
masculino |
negativo |
positivo |
luna |
sol |
oscuridad |
luz |
receptivo |
agresivo |
izquierdo |
derecho |
calor |
frío |
otoño |
primavera |
invierno |
verano |
inconsciente |
consciente |
hemisferio derecho |
hemisferio izquierdo |
emoción |
razón |
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I Ching, o Libro de los Cambios obra Taoísta china |
DOS FORMAS DE CONOCIMIENTO
Además de las connotaciones contrarias de izquierda y derecha en el
lenguaje, los filósofos, maestros y científicos de muchas épocas y
culturas diferentes han postulado ideas sobre la dualidad de la
naturaleza y el pensamiento humanos. La idea clave es la de que existen
dos formas paralelas de conocimiento.
Probablemente, el lector esté familiarizado con estas ideas. Lo mismo
que los términos izquierda y derecha, han impregnado nuestro lenguaje y
nuestra cultura. Se han establecido, por ejemplo, divisiones entre el
pensamiento y el sentimiento, el intelecto y la intuición, el análisis
objetivo y la visión subjetiva. Los comentaristas políticos aseguran que
generalmente la gente analiza los puntos buenos y malos de un programa,
y después votan lo que les dictan sus glándulas. La historia de la
ciencia está repleta de anécdotas acerca de investigadores que trataron
repetidamente de resolver un problema, hasta que la respuesta se les
reveló en sueños, en forma de metáfora que el científico comprendió
intuitivamente. La cita de Poincaré (abajo) es un buen ejemplo de este
proceso.
El matemático del siglo
XIX Henri Poincaré describió así una intuición repentina que le
proporcionó la solución a un difícil problema: «Una noche, en
contra de mis costumbres, bebí café negro y no podía dormirme. Las ideas
se amontonaban en mi mente. Las sentía chocar, hasta que empezaron a
juntarse por parejas, formando una combinación estable.» (Este extraño
fenómeno dio lugar a la intuición que resolvió el problema. Poincaré
continuó) «Parece que en estos casos uno puede contemplar el
funcionamiento de su subconsciente, que se hace parcialmente perceptible
a la conciencia sobreexcitada, sin por ello alterar su naturaleza.
Entonces nos damos vagamente cuenta de lo que distingue los dos
mecanismos, o si quieren, los métodos de trabajo de los dos egos.»
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En otro contexto, muchas veces se dice de alguien «Lo que dice suena
bien, pero algo me dice que no me fíe de él»; o bien, «No puedo
explicarlo con palabras, pero hay algo que me gusta (o que me disgusta)
en esa persona». Estas, declaraciones son observaciones intuitivas de
que ambos lados del cerebro están en funcionamiento, procesando la misma información de dos maneras diferentes.
LOS DOS MODOS DE PROCESAR LA INFORMACIÓN
Dentro de nuestra cabeza tenemos un cerebro doble con dos formas de
conocimiento. Las características diferentes de cada mitad del cerebro
(y del cuerpo), expresadas intuitivamente en nuestro lenguaje, tienen
una base real en la fisiología del cerebro humano. Al existir unas
fibras de conexión, raramente experimentamos a nivel consciente los
conflictos manifestados en los pacientes con cerebro dividido.
No obstante, ambos hemisferios reciben la misma información
sensorial, aunque cada uno maneje la información de manera diferente. Es
posible que la tarea se divida entre los dos, haciéndose cargo cada uno
de la parte más adecuada a su estilo. O puede que un hemisferio -a
menudo, el izquierdo o dominante- inhiba la reacción del otro. El
hemisferio izquierdo analiza, abstrae, cuenta, mide el tiempo, planea
procedimientos paso a paso, verbaliza, hace declaraciones racionales
basadas en la lógica. Por ejemplo, «Dados los números a, b, y c, podemos decir que si a es mayor que b, y b es mayor que c, entonces a es necesariamente mayor que c».
Esta afirmación ilustra el modo de proceder del hemisferio izquierdo:
un modo analítico, verbal, numérico, secuencial, simbólico, lineal y
objetivo.
Por otra parte, tenemos una segunda forma de conocimiento: la del
hemisferio derecho. Con él podemos ver cosas que son imaginarias
-existen sólo en el «ojo de la mente»- o reconstruir cosas reales
(¿puede usted reproducir en su mente la imagen de la puerta de su
casa?). Vemos las cosas en el espacio, y cómo se combinan las partes
para formar el todo. Gracias al hemisferio derecho, entendemos las
metáforas, soñamos, creamos nuevas combinaciones de ideas. Cuando algo
es demasiado complicado para describirlo hacemos gestos para comunicar
la impresión. El psicólogo David Galin tiene un ejemplo favorito: trate
usted de describir una escalera de caracol sin hacer un gesto espiral con la mano. Y usando el hemisferio derecho somos Capaces de dibujar imágenes de nuestras percepciones.
El Dr. J. William Bergquist, matemático y especialista
en el lenguaje APL de computadora, declaró en un artículo publicado en
Snowmass, Colorado, en 1977, que pronto aparecerán computadoras que
combinen en una sola máquina las funciones digitales y analógicas. El
Dr. Bergquist llama a este tipo de máquina «La computadora bifurcada», y
afirma que dicha computadora funcionaría de manera similar a las dos
mitades del cerebro humano.
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«El hemisferio izquierdo analiza en el tiempo, mientras que el derecho sintetiza en el espacio.»
Jerre Levy «Psychobiological Implications of Bilateral Asymmetry»
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La respuesta repentina
Con el modo de procesar la información usado por el hemisferio
derecho, se producen llamaradas de intuición, momentos en los que «todo
parece encajar» sin tener que explicar las cosas en un orden lógico.
Cuando esto ocurre, uno suele exclamar espontáneamente «¡Ya lo tengo!» o
«¡Ah, sí, ahora lo veo claro!» El ejemplo clásico de este tipo de
exclamación es el exultante «Eureka» (¡lo encontré!) atribuido a
Arquímedes. Según la historia, Arquímedes experimentó una súbita
iluminación mientras se bañaba, que le permitió formular su principio de
usar el peso del agua desplazada para deducir el peso de un objeto
sólido sumergido.
Este es el estilo del hemisferio derecho: intuitivo, subjetivo,
relacionador, holístico, intemporal. Es también el modo desmadejado,
débil, izquierdoso, que nuestra cultura ha tendido a ignorar. Por
ejemplo, la mayor parte de nuestro sistema educativo está dirigido a
cultivar la parte verbal, racional y temporal del hemisferio izquierdo,
dejando olvidado medio cerebro de cada estudiante.
Muchas personas creativas parecen tener una conciencia
intuitiva de la distinción entre los lados del cerebro. Por ejemplo,
Rudyard Kipling escribió el siguiente poema, titulado «Los dos lados del
hombre», hace más de cincuenta años:
Mucho debo a la tierra en que crecí
Más aún a las Vidas que me nutrieron
Pero sobre todo a Allah, que me dio dos lados distintos en mi cabeza.
Mucho reflexiono sobre el bien y la Verdad
en las fes que hay bajo el sol Pero sobre todo pienso en Allah, que me dio dos lados en mi cabeza, no uno.
Antes me quedaría sin camisa ni zapatos, sin amigos, tabaco o pan que perder por un minuto los dos lados distintos de mi cabeza.
Rudyard Kipling
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«Al acercarme a los cuarenta, tuve un curioso sueño en
el que casi capté el significado y comprendí la naturaleza de qué es lo
que se pierde en el tiempo perdido.»
Cyril Connolly The Unquiet Grave:
A word cycle by Palinuris
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MEDIO CEREBRO ES MEJOR QUE NADA, PERO UN CEREBRO ENTERO SERIA MEJOR
Con sus clases seriadas, verbales y numéricas, los colegios a los que
todos hemos asistido no podían enseñarnos el modo de conocimiento del
hemisferio derecho. Después de todo, este hemisferio no tiene muy buen
control verbal. No se puede razonar con él. No se le puede hacer que
diga algo lógico, tal como «esto es bueno y esto es malo, por las
razones a, b y c». Es izquierdoso, siniestro, zurdo, con todo
lo que implican estas palabras. No se le dan bien las secuencias:
empezar por el principio, dar el siguiente paso, y luego el siguiente.
El empieza en cualquier parte o lo hace todo a la vez. Además, el
hemisferio derecho no tiene un buen sentido del tiempo y no parece
comprender lo que se entiende por «perder el tiempo», como hace el
sensato hemisferio izquierdo. El hemisferio derecho no vale para
clasificar ni para poner nombres. Parece considerar las cosas tal como
son en el momento presente, con toda su fascinante complejidad. No sirve
para analizar ni para abstraer las características más salientes.
Aún hoy en día, a pesar de que los educadores son cada vez más
conscientes de la importancia del pensamiento intuitivo y creativo, los
sistemas escolares en general siguen estructurados al modo del
hemisferio izquierdo. La enseñanza es secuencial: los estudiantes
progresan ascendiendo grados (cursos) en una dirección lineal. Las
principales materias de estudio son verbales y numéricas: lectura,
escritura, aritmética. Se siguen horarios estrictos. Los pupitres están
ordenados en filas. Se pregunta y se responde. Se entregan diplomas. Y
todo el mundo tiene la sensación de que algo anda mal.
El cerebro derecho -el soñador, el artífice, el artista- se pierde
casi totalmente en nuestro sistema educativo. Puede que haya unas pocas
clases de arte, algún que otro taller, algo llamado «escritura creativa»
y quizás cursos de música. Pero es muy improbable que encontremos
cursos de imaginación, de visualización, de percepción espacial, de
creatividad como tema aparte, de intuición, de inventiva. Sin embargo,
los educadores valoran estas cualidades y aparentemente esperan que los
estudiantes desarrollen la imaginación, la percepción y la intuición
como consecuencia natural del un entrenamiento verbal y analítico.
Afortunadamente, este desarrollo se produce a menudo, casi a pesar
del sistema escolar; hay que descubrirse ante la capacidad de
supervivencia del cerebro derecho. Pero nuestra cultura tiende de tal
modo a recompensar las habilidades, del cerebro izquierdo que sin duda
estamos perdiendo una gran proporción de la capacidad potencial del
cerebro de nuestros niños. La científica Jerre Levy ha dicho -sólo en
parte como broma- que el sistema americano de educación científica puede
desfruir por completo el hemisferio derecho. Desde luego, conocemos muy
bien los efectos de una educación inadecuada en el aspecto verbal y
numérico: el hemisferio izquierdo nunca parece recuperarse del todo, y
el estudiante puede quedar retrasado de por vida. ¿Qué le ocurre
entonces al hemisferio derecho, que prácticamente no recibe ninguna
atención?
Tal vez ahora que los neurofisiólogos han aportado una base teórica
podamos empezar a construir un sistema escolar que enseñe a todo el
cerebro. Este sistema tendría necesariamente que incluir el dibujo, que
es un modo eficaz para ganar acceso a las funciones del hemisferio
derecho.
IMAGINANDO CON EL HEMISFERIO DERECHO
Una de las habilidades más maravillosas del lado derecho del cerebro
es imaginar: ver una imagen con los ojos de la mente. El cerebro puede
conjurar una imagen y después «mirarla» como si realmente estuviera
allí. Suele llamarse a esto visualizar, aunque para mí la palabra visualizar lleva consigo la idea de una imagen en movimiento, mientras que imaginar parece referirse a una imagen inmóvil.
Visualizar e imaginar son dos componentes importantes de la capacidad
para el dibujo. Para dibujar algo, el artista mira el modelo, lo
«fotografía» con la mente, mantiene la imagen en la memoria y después
mira al papel y dibuja. Otra mirada, otra imagen fijada, más dibujo, y
así sucesivamente.
«Para que la supervivencia biológica sea posible, la
Mente en Libertad tiene que canalizarse a través de las válvulas del
cerebro y el sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo es un
insignificante chorrito de conciencia, de la clase de conciencia que nos
ayuda a mantenernos vivos en la superficie de este planeta. Para
formular y expresar los contenidos de esta conciencia reducida, el
hombre ha inventado y perfeccionado constantemente los sistemas de
símbolos e implícitas filosofías que llamamos lenguajes.
Aldous Huxiey
Las puertas de la percepción
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Como ilustración de este funcionamiento he dispuesto unos breves
ejercicios preliminares para demostrar el poder de la imaginación como
herramienta para comprender y recordar una información compleja. Para
simplificar la terminología, utilizaré los términos «modo-I» y «modo-D»
en el resto del libro. La imaginación hará que estos términos tengan más
sentido.
Primero: Tome una «fotografía» mental de estas dos imágenes gráficas:
El modo-I es el diestro, correcto, recto, sensato, directo, sincero, definido, serio, eficaz, del hemisferio izquierdo.
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El modo-D es el
zurdo, sinuoso, flexible, juguetón, con giros inesperados, más complejo,
diagonal, frivolo, del hemisferio derecho.
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Con estas dos imágenes pretendo designar las dos formas de
conciencia, en las que parece predominar uno u otro modo de procesar la
información. En todo tipo de actividad, el cerebro utiliza ambos
hemisferios, a veces alternándose en el papel director, otras veces
encargándose cada uno de parte de la tarea. El modo-I es
predominantemente lineal, verbal, simbólico y analítico, como se indica
en el recuadro de la izquierda. El modo-R es predominantemente espacial,
holístico, no verbal e intuitivo.
Para comprender mejor las instrucciones sobre el dibujo que se dan a
continuación, conviene entender bien estos dos modos. Así pues, le
proponemos estos ejercicios de imaginación:
1. Imagine la letra I, cuadrada y negra. Véala en su mente,
con sus trazos rectos y perpendiculares. Agrande la imagen, añadiendo
otra forma para poder comparar los tamaños: imagine la I tan grande como
una pirámide o un rascacielos. Ahora véala en color, cualquier color. A
continuación, añada a la I, del modo que usted quiera, las
características del modo-I: palabras, números, tiempo, ecuaciones
matemáticas, esquemas, mapas, libros; tal vez imágenes de matemáticos,
juristas, científicos, contables. Las imágenes pueden ser las que usted
quiera. Las recordará mejor y más tiempo si las crea usted mismo. Lo más
importante de todo es localizar el modo-I en la propia cabeza,
colocando la mano (cualquiera de las dos manos) en el lado izquierdo del cráneo: reduzca el tamaño de la imagen, e imagine que está usted metiendo la imagen del modo-I en la mitad izquierda del cerebro.
2. Imagine ahora la D sinuosa. Véala en la mente con sus complejas
curvas. Agrándela o hágala más pequeña, si quiere. Añada otras formas
para poder ver la relación de tamaños. Luego, atribuya a la D las
funciones características del estilo del hemisferio derecho: tal vez
imágenes de personas pintando, dibujando, tocando música, esculpiendo,
soñando sin pensar en el tiempo. Esto puede fatigar sus poderes
imaginativos, porque estas funciones son menos claras -como es típico
del hemisferio derecho-. ¿Cómo imagina usted la ausencia de tiempo? Tal
vez, como Dalí, en forma de reloj sin esfera. ¿Cómo imaginan los
análogos, cosas que son equivalentes? ¿Cómo imagina la inspiración
instantánea? Tómese algún tiempo, hasta que pueda conjurar una imagen
mental del modo-D. Luego coloque la mano sobre el lado derecho de la cabeza e imagine el modo-D entrando en la mitad derecha de su cerebro.
Ahora, cambie las imágenes al lado contrario: el matemático, el
científico, etc., pasan a través del Corpus callosum hasta el modo-D,
para imaginar y soñar nuevas invenciones; el artista y el músico pasan
al modo-I para analizar problemas estéticos.
3. Haga esto varias veces, hasta que pueda sentir el paso de una
imagen a la otra, primero al lado izquierdo del cerebro con la imagen-I,
luego al lado derecho con la imagen-D. Esta práctica del paso mental de
I a D le ayudará durante los ejercicios de dibujo, permitiéndole pasar
al modo-R, que es el del dibujo.
El científico ruso Leonid Ponomarev ha descrito elocuentemente las dos formas de conocimiento:
«Sabemos
desde hace mucho que la ciencia no es más que uno de los métodos para
estudiar el mundo que nos rodea. Otro método -complementario- es el del
arte. La existencia conjunta del arte y la ciencia es en sí misma una
buena ilustración del principio de complementación. Uno puede dedicarse
completamente a la ciencia o vivir exclusivamente a través del arte.
Ambos puntos de vista son igualmente válidos, pero tomados por separado
son incompletos. La columna vertebral de la ciencia la constituye la
lógica y el experimento. La base del arte es la intuición y la
penetración. Pero el arte del ballet requiere una precisión matemática
y, tal como escribió Pushkin, «La inspiración es tan necesaria en
geometría como en poesía». Ambas se complementan, en lugar de
contradecirse. La verdadera ciencia es afín al arte, del mismo modo que
el verdadero arte siempre incluye elementos de ciencia. Reflejan
aspectos diferentes y complementarios de la experiencia humana, y sólo
nos dan una idea completa del mundo cuando se utilizan juntos. Por
desgracia, no conocemos la «relación de incertidumbre» para el par
conjugado de conceptos «ciencia y arte». Por eso no podemos asegurar el
grado de perjuicio que sufrimos a causa de una percepción unilateral de
la vida.»
Leonid Ponomarev
En busca del Quantum
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IMAGINE LAS CONEXIONES CRUZADAS: CEREBRO Y CUERPO
Los ejercicios de dibujo que le ayudarán a ganar acceso al modo-D
resultarán más eficaces si entiende usted claramente el cruce de
conexiones entre las mitades del cerebro y las mitades del cuerpo.
Realizando estos ejercicios podrá evocar fácilmente una imagen de estas
conexiones, sin tener que pensar en ellas con palabras.
Comparación de las características del modo-izquierdo y el modo-derecho |
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Verbal: Usa palabras para nombrar, describir, definir.
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No verbal: Es consciente de las cosas, pero le cuesta relacionarlas con palabras.
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Analítico: Estudia las cosas paso a paso y parte a parte.
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Sintético: Agrupa las cosas para formar conjuntos.
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Simbólico: Emplea un símbolo en representación de algo. Por ejemplo, el dibujo significa ojo; el signo + representa el proceso de adición.
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Concreto: Capta las cosas tal como son, en el momento presente.
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Abstracto: Toma un pequeño fragmento de información y lo emplea para representar el todo.
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Analógico: Ve las semejanzas entre las cosas; comprende las relaciones metafóricas.
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Temporal: Sigue el paso del tiempo, ordena las cosas en secuencias: empieza por el principio, etc.
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Atemporal: Sin sentido del tiempo.
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Racional: Saca conclusiones basadas en la razón y los datos.
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No racional: No necesita una base de razón, ni se basa en los hechos, tiende a posponer los juicios.
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Digital: Usa números, como al contar.
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Espacial: Ve donde están las cosas en relación con otras cosas, y como se combinan las partes para formar un todo.
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Lógico: Sus conclusiones se basan en la
lógica: una cosa sigue a otra en un orden lógico. Por ejemplo, un
teorema matemático o un argumento razonado.
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Intuitivo: Tiene inspiraciones repentinas, a veces basadas en patrones incompletos, pistas, corazonadas o imágenes visuales.
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Lineal: Piensa en términos de ideas encadenadas, un pensamiento sigue a otro, llegando a menudo a una conclusión convergente.
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Holístico: Ve las cosas completas, de una
vez; percibe los patrones y estructuras generales, llegando a menudo a
conclusiones divergentes.
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1. Imagine las conexiones entre su hemisferio izquierdo y la mitad
derecha de su cuerpo. Puede imaginar las conexiones con la forma que
usted quiera: tubos, corrientes eléctricas, cables, lo que sea. Ahora
imagínelas en color, azul o rojo, por ejemplo, yendo desde el cerebro
izquierdo a todas las partes del lado derecho de su cuerpo.
2. Pase al otro lado. Imagínese las conexiones entre su hemisferio
derecho y la mitad izquierda de su cuerpo, en un color diferente; por
ejemplo, verde o amarillo.
3. Imagínese ahora todo el sistema y el cruce de las conexiones.
En respuesta a una pregunta de Jacques Hadamard sobre
los métodos de trabajo de los matemáticos, Albert Einstein le escribió
una carta en la que decía:
«Las palabras o el lenguaje, tal como se dicen y se escriben, no parecen
tener ningún papel en mi mecanismo de pensar. Las entidades físicas que
parecen servir como elementos del pensamiento son ciertos signos e
imágenes más o menos claras, que se pueden reproducir y combinar
"voluntariamente".»
Jacques Hadamard
The Psychology of Invention in the Mathematical Field
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Bob Samples, profesor, escritor y filósofo humanista,
ofrece un ejercicio de imaginación en su libro sobre la enseñanza The
Wholeschool Book:
«Supongamos por un momento que cada uno de nosotros tiene en la cabeza
no sólo un prado, sino dos. Dos prados claramente diferentes. Desde
luego, como ambos son prados, tienen algunas cualidades en común. Pero
aún así existen diferencias apreciables entre ellos. Para que queden
bien separados, visualicemos un río ancho y rápido que corre entre los
dos. Eso es, un río que fluye de un hemisferio al otro.
«Lo más asombroso de este río es que fluye en ambas direcciones a la
vez. La sustancia de un prado puede pasar instantáneamente al otro. Sin
embargo, en cuanto llega, se transforma adaptándose a la ecología del
nuevo prado.»
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EL TELAR ENCANTADO
Una de las más famosas imágenes verbales del cerebro es la del
científico inglés sir Charles Sharrington, que lo comparó a «un telar
encantado donde millones de lanzaderas tejen una trama que se disuelve,
siempre con diseños significativos, pero nunca permanentes...»
1. Visualice en su mente el telar mágico que hay dentro de su cabeza,
con sus millones de lanzaderas moviéndose en una parte del cerebro,
disolviéndose, oscureciéndose, pasando a otra parte, siguiendo un patrón
que cambia constantemente; brillando y apagándose, brillando y
apagándose.
2. Imagine ahora que puede usted controlar el diseño, haciendo que
las lanzaderas se concentren en una parte, luego se disuelvan y se
reúnan en otra parte. Imagine que estos agrupamientos, primero en un
sitio y después en otro, causan una sensación física en su cabeza, un
ligero cambio de presión, un minúsculo desplazamiento de peso, un ligero
calentamiento o enfriamiento, un leve zumbido.
Contemplando el telar
Los psicólogos han informado de que muchos individuos parecen ser
capaces de «echarse hacia atrás» y contemplar sus diversos estados
mentales, como si estuvieran mirando el funcionamiento de sus cerebros.
Estos ejercicios de imaginación y algunos de los ejercicios de dibujo le
ayudarán a desarrollar este «observador oculto», haciéndole más
consciente de los cambios de estado mental. Esto, a su vez, le ayudará a
«activar» el modo-D, que permite a los artistas ver y dibujar.
El psicólogo Charles T. Tart, comentando los estados
alternativos de conciencia, ha dicho: «Muchas disciplinas de meditación
parten de la base de que uno posee (o puede desarrollar) un Observador
sumamente objetivo respecto a la personalidad ordinaria. Dado que el
Observador es esencialmente pura atención/conciencia, no tiene
características propias.» El profesor Tart continúa diciendo que algunas
personas que afirman tener un Observador bien desarrollado «sienten que
este Observador puede hacer observaciones esencialmente continuas, no
sólo en un estado particular de conciencia, sino también durante la
transición de uno a otro estado.»
Charles T. Tart
«Putting the pieces together»
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«En prosa, lo peor que uno puede hacer con las palabras
es rendirse a ellas. Cuando pensamos en un objeto concreto lo hacemos
sin palabras, y después, si uno quiere describir el objeto que ha estado
visualizando, probablemente buscará hasta encontrar la palabra exacta
que encaja con él. Al pensar en algo abstracto uno se siente más
inclinado a emplear palabras desde el principio, y a menos que se haga
un esfuerzo consciente por impedirlo, el dialecto más corriente llegará a
toda prisa para hacerse cargo de la tarea, a riesgo de confundir e
incluso cambiar el significado de las ideas. Probablemente, lo mejor es
evitar el uso de palabras durante el mayor tiempo posible, para dejar
claras las ideas a base de imágenes o sensaciones.»
George Orweil
«Politics and the English Language»
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COMO PREPARAR LAS CONDICIONES PARA EL CAMBIO ID
Los ejercicios del capítulo siguiente están ideados especialmente
para provocar un paso mental del modo-I al modo-D. La premisa básica de
los ejercicios es que la naturaleza de la tarea a realizar puede
contribuir a decidir cuál de los dos hemisferios se hará cargo de dicha
tarea, inhibiendo al otro. Como ya he dicho, los científicos opinan que
los hemisferios pueden alternarse en su actuación, o funcionar al
unísono pero con uno de los dos controlando la acción. La cuestión es:
¿qué factores determinan cuál de los dos hemisferios estará activado y/o
en el puesto de control?
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Los estudios con animales, pacientes de cerebro dividido e individuos
con cerebros intactos parecen indicar que la cuestión del control puede
decidirse de dos maneras principales. Un criterio es la velocidad:
¿cuál de los dos hemisferios llega antes a la tarea? Y el segundo es la
motivación: ¿cuál de los hemisferios está más interesado en la tarea? O
bien al revés: ¿a qué hemisferio le desagrada más o le interesa menos la
tarea?
Dado que dibujar una forma observada es principalmente una función
del hemisferio derecho, debemos mantener apartado al izquierdo. Nuestro
problema es que el lado izquierdo es dominante y rápido, y muy propenso a
apresurarse con palabras y símbolos, haciéndose cargo incluso de tareas
para las que no está muy capacitado. Los estudios del cerebro dividido
indicaban que al hemisferio izquierdo le gustaba ser el jefe,
prefiriendo no confiar las tareas a su socio más torpe, a menos que le
desagradasen especialmente, bien por necesitar mucho tiempo, por ser
demasiado lentas o detalladas, o por ser simplemente incapaz de
realizarlas. Eso es exactamente lo que necesitamos: tareas que el
hemisferio dominante rechace. Los ejercicios están diseñados para presentar al cerebro una tarea que el hemisferio izquierdo no pueda o no quiera hacer.
Mano izquierda o mano derecha
Puede que resulte útil discutir la cuestión de los dibujantes zurdos y
su funcionamiento hemisférico antes de iniciar las instrucciones. Los
estudiantes hacen muchas preguntas sobre este tema en mis clases.
Trataré de responder a las principales, aunque los estudios científicos
sobre la materia parecen algo contradictorios.
Parece claro que entre el 5 y el 12 por ciento de la población de
Occidente son zurdos en mayor o menor grado. Esto parece suceder también
en otras culturas, pero existe cierta evidencia de que en la antigüedad
y en la prehistoria el predominio de la mano derecha era menor.
En otros tiempos se pensó que los individuos zurdos tenían una
organización cerebral invertida con respecto a los diestros: sus
funciones verbales (lenguaje, escritura, etc.) estarían en el hemisferio
derecho. Pero las investigaciones más recientes indican que no es así, y
que la mayoría de los zurdos tienen las funciones verbales en el
hemisferio izquierdo, como el resto de las personas. Una excepción
podrían ser los zurdos hijos de madres zurdas, que quizás tengan las funciones verbales en el hemisferio derecho.
No está nada claro que el ser zurdo favorezca la facultad de acceder a
las funciones del hemisferio derecho, como el dibujo. Una cosa que sí
parece clara -y es una cuestión que se plantea a menudo en mis clases-
es que dibujar con la mano izquierda (cuando se suele hacer con la
derecha) no sirve para conectar con los procesos del hemisferio derecho.
Los problemas de visión que impiden a una persona dibujar bien no
desaparecen simplemente cambiando de mano; lo único que se consigue es
que el dibujo sea aún peor. Y, por el contrario, una persona que sepa
dibujar puede hacerlo con la mano derecha, con la izquierda, sujetando
el lápiz con los dientes, o -con los dedos de los pies si es necesario,
porque esa persona ha aprendido a ver.
En los capítulos siguientes, las instrucciones están dirigidas a
personas que usan la mano derecha, pero también sirven para personas
zurdas, a menos que sus madres lo fueran también. Para estos pocos, las
instrucciones referentes a la función hemisférica deben invertirse.
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