grandes pirámides de Gizéh.
A medida que ganan terreno, acercándose a la pirámide de Micerinos, los ojos de los expedicionarios escrutan cada centímetro de arena en busca de unas piedras muy concretas. Por fin, tras la intensa búsqueda, todo el equipo se reúne a la sombra de las pirámides-satélite de Micerinos a fin de examinar los resultados del rastreo. Varias piedras, de diferentes tamaños, son depositadas sobre una tela y Manuel Delgado las examina una a una. Una sonrisa se dibuja en su rostro, bronceado por el sol del desierto egipcio que ha visitado en más de una veintena de ocasiones.
Con gesto triunfal, Delgado ha seleccionado 5 o 6 piedras de gran dureza pero que, incomprensiblemente, presentan formas redondeadas e, incluso, grabados. Se trata de piedras moldeadas artificialmente que, según Delgado, fueron reblandecidas y posteriormente endurecidas de nuevo mediante una milenaria técnica secreta, conocida tan sólo por algunos sacerdotes del enigmático Egipto faraónico...
En 1983, durante la grabación de la serie de RTVE El otro Perú (parte de los documentales La puerta del misterio, que hicieron famosos al doctor Jiménez del Oso en Iberoamérica), el conocido psiquiatra e investigador conseguía grabar una breve pero intensa entrevista con un sorprendente personaje antes de que éste falleciese. El padre Jorge Lira era un sacerdote católico y uno de los más prestigiosos expertos en folklore andino. Autor de numerosos libros y artículos, elaboró el que tal vez fue el primer erudito diccionario del quéchua al castellano. Pero esa no era la razón por la que el doctor Jiménez del Oso se había desplazado hasta aquel pequeño pueblo cercano a Cuzco. El padre Lira afirmaba haber descubierto la forma para reblandecer las piedras...
El Padre Jorge A. Lira junto a su amigo José María Arguedas en la ciudad de Cusco
Durante catorce años el padre Lira estudió la leyenda de los antiguos andinos y, finalmente, consiguió identificar el arbusto de la Jotcha como la planta que, tras ser mezclada y tratada con otros vegetales y sustancias, era capaz de convertir la piedra en barro. "Los antiguos indios dominaban la técnica de la masificacion – afirma el padre Lira en uno de sus articulos –, reblandeciendo la piedra que reducían a una masa blanda que podían moldear con facilidad."
Mientras, en Egipto, a miles de kilómetros de distancia, otros investigadores del pasado han realizado sorprendentes descubrimientos arqueológicos que también apuntan a la realidad de la técnica del reblandecimiento...
El doctor Joseph Davidovits es un famoso investigador, afincado en París, cuyos estudios sobre materiales geopliméricos están considerados como los más revolucionarios para la industria científica desde la invención de los plásticos. Profesor en la Universidad de Toronto (Canadá), es director del Instituto para la Aplicación de las Ciencias Arqueológicas (IAPAS) de la Universidad de Barri (Florida). En 1988, el doctor Davidovits publicaba, en co-autoria con Marguie Morris, el libro The Pyramids: An Enigma Solved (Dorset Press, Nueva York, 7988), obra fundamental para comprender la técnica del reblandecimiento pétreo en el antiguo Egipto. En ella, Davidovits expone numerosos ejemplos de construcciones de los faraones egipcios realizadas reblandeciendo la piedra, modelándola y posteriormente volviéndola a endurecer una vez era colocada en su emplazamiento definitivo. Más aún, el doctor Davidovits rnuestra análisis microscópicos y de rayos X de piedras en cuyo interior han sido descubiertos cabellos, bolsas de aire, fibras textiles, etc.
¿Como lo hacian? Quizá la res- puesta podamos encontrarla, como en el caso de otros enigmas del pasado, en antiguos textos jeroglíficos. Tal vez la receta mágica, la fórmula secreta de esa alquimia mineral que supone la técnica del reblandecimiento de la piedra, se esconda en estelas o grabados jeroglificos. Al menos, así lo afirman Davidovits o Manuel Delgado, quienes creen incluso haber descubierto el secreto en una pieza muy concreta: la Estela de Famine. En el texto The Pyramids: An Enigma Solved, Davidovits y Morris publican una traducción de la sorprendente estela, formada por más de 2.600 jeroglificos dispuestos en 32 columnas, donde se describen las fórmulas dictadas por el dios Jnum al faraón Zosher, autor de la famosa pirámide escalonada de Sakkara .
Descubierta en 1889 por Charles Wilbour en la isla de Sehel, a tres kilómetros de Assuan, la Estela de Famine es conocida también como la Estela Química de Jnum. La razón de tan insólito nombre es muy sencilla: en ella, según Davidovits, se encuentra el recetario químico para la construcción de una especie de "piedra filosofaI" capaz de ablandar la roca.
El mismo Davidovits. al igual que ya lo había hecho el padre Jorge Lira en Perú. realizó experimentos de ablandamiento de la piedra basándose en los textos de la Estela de Famine. Y también como su colega peruano. el científico consiguió reblandecer rocas calizas. aunque igualmente tuvo problemas para volver a solidificarlas de forma homogénea.
Semejante técnica apunta a una forma de tecnología – en este caso química – que difícilmente encaja con nuestros conocimientos del pasado. Ya la reina Hatshepsut, cuya esfinge se conserva actualmente en Memphis, dejó escrito en el obelisco más grande del templo de Karnac que "las generaciones futuras se preguntaran sobre la técnica e izado de este gran monolito". El secreto de dicha técnica, aplicada tanto en las construcciones inspiradas por esa soberana como en otros muchos monumentos faraónicos. está, en buena medida, basada en el reblandecimiento de la piedra.
Para Manuel Delqado, que además de Egipto también ha recorrido buena parte del continente americano, se han encontrado evidencias de la técnica del ablandamiento pétreo en México, Perú y otros países. En opinión del conocido astroarqueólogo español las piedras ablandadas de la meseta de Nazca. de Machu- Picchu o de la Gran Pirámide demuestran una tecnoloqía avanzada que existió en el pasado más remoto. Atribuir esa tecnología – concluye Delgado – a una civilización anterior como la Atlántida, o a la presencia de extraterrestres, es una cuestión de opiniones. Pero a estas alturas nadie puede negar las evidencias de que nuestra historia no es como nos la han contado...
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