PREMONICIONES

 Grabado en piedra sobre las Premoniciones

 Las premoniciones son aviso

Escucharlos con atención y escribirlos

Cuando surgen alguien está en peligro

Es una capacidad superior de la mente

Aquel que la tiene que la conserve y la cultive

Todos los hombres y mujeres tienen premoniciones

Escucharla y podréis salvar vuestra vida y la de los demás.

En el pueblo de los Hab-Baa-Ssi, han existido grandes Maestros, de los cuales ellos mismos han conservado sus historias y también sus enseñanzas, uno de estos Maestros que llegó a ser muy importante para las gentes de aquel pueblo se llamó HAN-AMEC, y fue una mujer prodigiosa que tuvo una vida dedicada a los demás y entre ellos al cuidado de su Marido y de su Hijo.

Llegó a ser Reina del tercer reino de Egipto, y aunque su marido cuyo nombre era JOSUAEN era de color blanco, ella era morena, teniendo un hijo muy especial del que se ha hablado mucho pues llegó a ser un Gran Maestro y fue reconocido como tal, el nombre del hijo era HAB-SSI.

De Han-Amec se tienen varios libros de su vida, y entre estos libros, uno que habla de sus capacidades Psico-Mentales, y de este libro es del que se quiere compartir unos cuantos relatos, leerlos con atención pues en todos ellos existe una gran enseñanza que no es fácil de captar con la lógica, pero que si es aceptada con la Intuición.

La forma de escribir este libro es tal y como está, en primera persona, pues fueron sus propias vivencias dictadas por ella misma después de su descarnación a uno de sus discípulos de enseñanza, mucho tiempo después de que viviera físicamente.

Esta parte del libro empieza así:

Mi primera experiencia que se podría llamar especial, fue el despertar de mi INTUICIÓN.

Tendría unos cinco años cuando empecé a sentirme inquieta, era por la tarde ya anochecida y a esa hora solíamos regresar las niñas del río cercano trayendo agua que luego se utilizaría en el hogar.

No recuerdo porqué, la hora de salir se retrasó y aunque éramos seis jovencitas y el lugar a donde íbamos era muy bien conocidos, de haber ido muchas veces, presentí que algo iba a pasar y me negué a ir.

Cuando el resto del grupo se burlaba de mi, diciéndome cosas para molestarme se acercó mi madre, cuyo nombre era AMAELAEN, la cual preguntó la causa de bullicio, y una vez que se enteró, se arrodilló delante de mí para mirarme a los ojos en horizontal, y me preguntó, y yo le contesté que había presentido algo y que era un peligro.

Ella me cogió la cabeza entre las palmas de sus manos y me dijo que cerrase los ojos y que con ellos cerrados recorriera el camino y viera si había algún peligro.

Yo sabía que eso se hacía, pero yo misma nunca lo...

había hecho así que sintiendo el calor de las palmas de sus manos en los lados de la cara, cerré tranquilamente los ojos.

Respiré profundo tal y como me dijo mi madre al oído, y a los pocos segundos empecé a ver el camino de salir del poblado donde estábamos, al principio ancho y con luz, luego se adentraba en el bosque cerrado y con escasa lu

Recorrí el camino y cuando ya iba a llegar a ver al río, vi una sombra oscura y luego dos más, al verlo quise abrir los ojos, pero mi madre me habló despacio al oído, me tranquilizó y empecé a decir en voz alta lo que veía.

Veía tres animales, parecidos a los perros de ahora, o mejor a osos salvajes, no eran muy grandes, si muy rápidos y fieros, yo les conocía y sabía que no se les había podido domesticar cuando habían sido cazados, y eran lo mismo carniceros que herbívoros.

Si nos hubieran encontrado a buen seguro habríamos pagado con la vida más de una aquel encuentro.

Yo empecé a hablar lentamente según veía las cosas y así dije en voz alta que veía a tres criaturas negras, y las describí y que estaban olisqueando el lugar y que viajaron al vado a beber al mismo lugar que nosotras cogíamos agua, y así cuándo les vi beber, mi madre me habló lentamente al oído y me dijo que abriera los ojos que estuviera tranquila y así lo hice y cuando los abrí vi a mucha gente a mi alrededor que estaban mirándome y escuchando.

Aquella noche se decidió no salir a coger agua y como se tenía de repuesto nada pasó, pero a la mañana siguiente los hombres armados salieron primero, para dar caza a las alimañas y ver también si es que habían bajado de las montañas por alguna razón, pues es sabido que siempre que bajaban causaban alguna desgracia en el ganado o en las personas.

Cuando regresaron los hombres confirmaron lo que yo había visto, y la verdad es que yo misma estaba dudando de si había visto la realidad o era una ficción creada por mi mente, y aunque mi madre me había hablado por la noche y me había explicado que la mente del hombre tenía grandes posibilidades y que el hombre las ignoraba, pero que no por eso se tenía que dejar de creer en ellas.

A los pocos días surgió la tragedia, uno de nuestros burritos fue encontrado muerto y medio devorado, así que los hombres se prepararon para una cacería, ellos sabían que si no eliminaban a aquellos fieros animales, terminarían por causar alguna muerte entre las personas.

Aquella noche me volví a sentir intranquila y con una gran sensación de peligro esta vez mucho más cerca y fuerte que la primera vez, se lo conté rápidamente a mi madre, y esta se lo dijo a mi padre, y este después de hablar conmigo se lo contó al Principal de la Comunidad.

Por una parte me sentía importante, todos estaban alterados por mi, por otra parte asustada del eco de mis palabras, y me refugié en mi madre y ella me tranquilizó.

El Principal de la Comunidad llamó a asamblea y se determinó que yo volviera a intentar ver qué tipo de peligro era el que amenazaba a la Comunidad, pues sí había sido cierto lo que había ocurrido antes, ahora ya todos tenían por cierto lo que pudiera pasar más tarde.

Así que cuando todos estuvieron reunidos mi madre, en nuestra casa volvió a ponerme las manos cogiéndome la cara, y de rodillas delante de mí, con voz suave me dijo que teníamos que volver a hacer lo mismo que la otra vez.

Yo al principio no veía nada pues estaba nerviosa pero cuando me fui tranquilizando empecé a ver y decía en voz alta lo que veía, había numerosos animales como los que había visto antes, que bajaban de la montaña y se encontraban cerca del pueblo, se dirigían directamente hacia nosotros, cuando quise ver el número no pude pues se movían pero eran varios.

Aquello alarmó a los que escuchaban pues sabían de algún sitio en que una manada de aquellas fieras había destruido algunas Comunidades, con suavidad mi madre me habló y me dijo que volviera a ver qué pasaba, que mirase a ver que ocurría con el pueblo, yo volví a intentarlo pues había perdido la concentración pensando que estaba terminado.

Vi al cabo de unos momentos cómo los del pueblo reunían a los animales en las casas y a las mujeres y niños todos juntos, les vi poner alrededor del pueblo grandes montones de ramas y apostarse con numerosas piedras para las hondas, vi cómo encendían las ramas y cómo a los animales que atacaban les caía numerosas piedras desde arriba.

Nuestro poblado cual era costumbre en aquel entonces, estaba en un pequeño altozano así que se tenía que subir, por ello era más fácil defenderse, y cómo también los animales se dividieron en varios grupos para atacar por varios sitios, visto esto abrí los ojos.

Me encontraba totalmente cansada y apenas me podía tener de pie, mi madre también estaba agotada, así que a las dos nos dejaron que descansáramos después de tomar, un poco de sopa que nos habían preparado las mujeres.

Cuando estuvimos tumbadas ambas nos quedamos profundamente dormidas y tardamos en despertar al anochecer, durante ese tiempo había ocurrido lo que había visto y había salido bien, por lo menos hasta entonces, cuando despertamos tuvimos que volver a mirar pues todos deseaban saber qué iba a ocurrir.

Yo había hablado con mi madre y ella me había dicho que para darme más fuerza a mi mente, ella unía su energía a la mía, por eso tenía que tener las manos en mi cara, así su energía pasaba a mi y podía ver mejor sin agotarme.

Volvimos a ponernos las dos a mirar, pues aunque era yo quien veía ella era quien me daba su energía, y así cuando pude conectar y empezar, pude ver cómo había uno de aquellos animales que mandaba en su tropa, pero que él cuando atacaban los demás se quedaba lejos para mirar.

Parecía un buen general y lo hacía bastante bien para ser un fiero animal, y vi como los hombres volvían a hacer con sus ramas el fuego para intimidarlos, pero en esta ocasión dejaban a los animales una abertura por donde podían pasar, y ellos lo vieron y fueron entrando y fueron siendo muertos.

Algo ocurrió que el animal jefe llamó a los suyos, se había dado cuenta pues ninguno de los animales que entraron por la abertura había salido y cuando al parecer estaba dando instrucciones, pasó algo importante, los hombre habían matado a cinco animales, los habían despellejado, y habían tirado las carnes desde lejos a las fieras, mientras que con las pieles y cabezas las habían levantado en los aires.

Había puesto las pieles a secar y se las enseñaban al resto de animales, estos corrieron al olor de las carnes y hubieran devorado todas, pero el jefe les llamó, y olieron las carnes y retrocedieron, percibieron el olor de sus compañeros y ninguno de ellos comió, y se alejaron, los hombres con armas desde lejos les siguieron y así estuvieron por espacio de dos días, y le vieron regresar a las altas montañas donde ellos son moradores.

Cuando vi todo y escucharon todos, salieron con prisa a hacer todo lo visto, y mi madre y yo nos volvimos a acostar después de tomar otro poco de aquella sopa tan estupenda que hacían las mujeres.

Ocurrió tal y como os he contado lo que he visto y todo salió bien, y tan solo uno de los cazadores vino herido, pero fue por caer de una peña y nada más y el peligro pasó.

Yo estaba asustada y al mismo tiempo me sentía importante, todos querían agasajarme y mi madre AMAELAEN, era feliz, pero a mi sobre todo me importaba la opinión de mi padre, del que hasta ahora no os he dicho nada.

Mi padre se llamaba JOANOC-AMEC, y tenía la sabiduría y el puesto de Juez de muchos pueblos de los alrededores, y aunque él mismo se sabía importante, no había querido vivir en la Capital, y dejó esa y vino a vivir a los pueblos a los cuales tenía quedar el SERVICIO de la Justicia.

Mi Padre me miraba y veía en sus ojos cómo brillaban y me sentía feliz, pero esperaba sus palabras, era un SIERVO DE “EL” ALTÍSIMO SEÑOR DE LA VIDA, y como tal las palabras que pronunciaba muchas veces estaban inspiradas, y al final las palabras se escucharon o mejor dicho las escuchamos mi madre y yo, y fueron estas, “bien hija, tienes una gran luz dentro de ti, recuerda que todo se lo debes a tu pureza de pensamientos, y a reconocer que tan solo somos instrumentos para dar servicio a la Humanidad”.

Para una niña de mi edad aquellas palabras fueron importantes, quizás para otra niña de las del pueblo las hubiera olvidado pronto, pero habían salido de la boca de mi padre y yo estaba acostumbrada a escucharle con mucha atención, y se le había reconocido por que sus sentencias eran JUSTAS, con un conocimiento superior a las leyes, y el mismo Rey cuando tenía algún problema le llamaba, o incluso venía a consultarle, como hizo en dos ocasiones. Ese era mi padre JOANOC-AMEC.

Vuestro cerebro en su parte derecha recibe alteraciones energéticas

Analiza y confirma que esas alteraciones no son buenas y avisa

Vuestro cerebro en su parte izquierda escucha los avisos

El aceptarlos o no es la diferencia entre la vida y la muerte