sábado, 9 de julio de 2011
CARLA Y EL HADA DEL BOSQUE: CUENTO
A Carla le gustaba pasear por aquel bosque. Estaba a unos minutos de su casa y era majestuoso, lleno de castaños, quejigos y alcornoques; formaba una cúpula verde y dorada que la fascinaba.
Caminando por entre sus veredas, sobre el lecho de hojas amarillentas y rojizas, Carla se relajaba y meditaba como en ninguna otra parte.
Aquella tarde la recordaba muy nítidamente. Fue la primera vez que contactó con aquel magnífico ser.
Era una tarde apacible de primavera. El sol se filtraba por entre las ramas de los árboles y hacía brillar con destellos plateados la superficie del lago.
Ella se había sentado bajo un enorme alcornoque que crecía en una de las orillas. Fantaseaba con aquellos efectos luminosos cuando oyó su voz. Una voz cálida y suave que venía de detrás del árbol. Se giró sorprendida y pudo ver una figura menuda y ligera que se mantenía en el aire con unas diminutas alas rosadas que le salían de su espalda. Aquella visión la trasladó a su infancia, cuando su abuela le contaba el cuento de Peter Pan. Era como Campanita y era real y se estaba dirigiendo a ella.
Aquel ser fantástico del bosque le reveló su nombre y su misión. Le dijo que el mundo de la imaginación se estaba expandiendo y que muchos humanos tendrían experiencias extraordinarias que les ayudarían a despertar sus mentes adormecidas. Le dijo que todo estaba a punto de cambiar, en realidad estaba cambiando desde siempre, pero, ahora, iba a ser un cambio más intenso, más profundo. Le dijo que era preciso activar todas las capacidades para poder ayudar a la humanidad en su proceso evolutivo. Unos desarrollarían la habilidad de materializar alimentos; otros de hacer brotar agua de las rocas; otros de sanar con sus manos; otros de tele transportarse,…todos estos dones se verán perfeccionados y ampliados en la medida en que se pongan al servicio desinteresado de los demás; mientras que aquéllos que quisieran guardarlos para sí o atesorarlos para lucrarse, verán cómo desaparecen.
Carla absorbía cada palabra, cada mensaje y sentía cómo un calor muy agradable inundaba su corazón y la hacía sentirse viva y llena de plenitud.
Sirphis, que así dijo llamarse aquella hada del bosque, le pidió a Carla que escribiera todo cuanto estaba recibiendo para que fuera transmitido a todas las buenas personas que quisieran formar parte de ese proyecto de Luz que le estaba relatando. Y Carla, cada tarde, se acercaba al bosque con un cuaderno y un bolígrafo para cumplir con lo que le solicitaba Sirphis.
Y cuentan los susurros del bosque que aquel fantástico cuaderno se reprodujo misteriosamente y fue apareciendo en las mesitas de noche de millones de personas en todo el mundo como una guía muy especial que les ayudaría en el camino hacia una nueva humanidad.
Mª Antonia Fernandez
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